viernes, 22 de febrero de 2008

En mi cabeza, pero te tengo.

Sábanas de polvo
envuelven muebles antiguos
en mi azotea.
No tengo tiempo para limpiarme
ni espacio para ordenarme.
O quizás no quiera.
Es la lluvia de los llantos en el tejado
el aroma que embriaga el recuerdo de tu adiós.
Sigues siendo el dueño de los baúles pesados
que generan migraña.
Quizás, así lo quiera.
Porque tengo la llave echada y la escalera rota
para impedir que me dejen diáfana.
Huelen a ti las paredes que se agrietan
en mi mente cuando no te pienso.
Todavía.
Aún.
Quizás.
Porque quiero.

2 comentarios:

ralero dijo...

Duro y muy crudo este modo de (re)tener en la carencia, aunque sólo sea humo evanesciéndose. Lo sé.

Saludos.

Jara Silberia dijo...

y quien tuvo (re) tuvo por siempre jamás... o no es así como suele acabar el cuento?.
Bienvenido!