
me alojo en el hotel de las palabras.
-A mi espalda, los libros que no he leído-.
La recepcionista vigila mi ortografía y el botones carga en un carro mi saber…
... como si pesara.
No hay escaleras que suban al cielo en esta fonda.
Las habitaciones no tienen número. Restar o dividir está prohibido.
La puerta se abre y
he aquí la luz.
Bombillas tenues incitan a doblar la piel, a dejarla en la mesilla.
Es el alma el que hace de las suyas.
En la bañera bucean las odas
que dicen:
escribirás si- la(b)vas en tu mente.
Entonces, me seco para no hacer aguas
y, desnuda,
vuelvo
y creo.
1 comentario:
La poesía no es lo mío, pero parece que mola. Suerte y ánimo!!
Carlos.
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