La muñeca de mi tiempo no se está quieta.
Y mira que lo intento.
Pero
como una diana centra mi destino.
Y voy de muerte y de cabeza.
Se me escapan las almohadas
por la ventana.
Y no hay espacio, ni quién-es ni cómos.
Que de tanto sujetarme,
se me han cerrado los ojos
sin tener sueño.
Y a tientas, sólo me queda afinar la puntería
y no recordarte
para que las letras de tu nombre ardan como un windsor
hasta volcarse
y yacer contra el suelo,
a los pies de otro que lo pisa,
conmigo.
1 comentario:
Por y para el olvido...
Besos.
Laura
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