Paseaba con las manos anudadas a la espalda.
Los pies, hacia los lados (la culpa la tuvieron el fútbol y los callos).
No llevaba correa,
pero le seguían.
Siempre le seguían... al mismo ritmo, con un mismo paso.
Manojo de llaves
- llavero de cuero, mismo color que la cartera-
y goma elástica.
Nunca se perdía.
Siempre a la misma hora.
Pañuelo de tela en bolsillo izquierdo.
No más de media sonrisa
- más que suficiente-
sujeta al cinturón que arropaba una camisa. Blanca. Casi siempre blanca.
Así era mi abuelo en sus caminos de mañana.
Así ando yo, hoy, entre las páginas de mis recuerdos.
jueves, 23 de septiembre de 2010
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3 comentarios:
Dulce Jara. El sentimiento más profundo paseando entre tus versos. Eres tú y él está en ti.
Un beso enorme, cielo.
Laura
Has conservado sus mejores recuerdos, como corresponde a quien -queda claro- vivió sencillamente:
manos a la espalda,
pies con historia,
perros amigos,
puntual,
constante,
media sonrisa...
Suerte recordar así -y decirlo en versos leves y sentidos- al mejor de los abuelos.
Besos.
Precioso el final que te une (y nos une, por la "gracia poética") a la persona que, con cosas tan sencillas, describes:
"así andas tú hoy" y así anda el lector, de pronto en sintonía contigo, haciendo suyo ese sentimiento pudorosamente escondido.
Un beso, que no nos vemos...
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