martes, 26 de mayo de 2009

ABU

Desde el suelo te dedico este poema
carne de mí que impregna la savia en el envés
del sauce que te abriga.
Desde este suelo… este poema,
como tu cortaúñas
como tu batín
como un pentimento que corrige las esquinas puntiagudas de estos ojos
sin tu esencia de Loewe.
Te dedico este poema,
un soy y estoy para contigo
por si de tanto que hablé
decidiste marchar a menos diez
volcando en un cofre tus cenizas.

Que la culpa del tiempo es de las horas porque abortan minutos,
ahora me ronda que eres un reloj de arena…
marcando tu ausencia
y mi destino.
Te dedico este poema desde el suelo
de un corazón asfaltado, de ultratumba…
… mientras me atropellan escalofríos
… y no encuentro esponja para estucar el cielo
… y los naranjos dan un fruto con sabor a esquelas.

// perdóname porque a este poema, que es mi boca,
le cuesta subir los labios hasta alcanzar una sonrisa//.

Abriré la vista para olerte,
allá donde estés,
allá...
… donde yacen las palabras.


a mi abuelo José Pecellín Naranjo, un 5 de mayo de 2009

1 comentario:

Laura Gómez Recas dijo...

"no encuentro esponja para estucar el cielo..."
Has sumergido el sentimiento entre las letras y has alcanzado al alma a la que hablas porque estos versos pueden llegar mucho más lejos que donde estallan las nebulosas que ve el Hubble.
Los tres primeros versos, son tu carne hecha espíritu y poema, hecha palabra para llegarle.

Bello, humano, extrañamente perfecto, poeta.

Laura